Todos sabemos que para tener un hijo hacen falta un hombre y una mujer. Sin embargo los derechos reproductivos no son para nada igualitarios. Pensemos por un momento en lo que necesita una mujer para tener un hijo suyo, lo primero que te viene a la cabeza es una clínica donde pueden inseminar a esta mujer con semen procedente de lo que llaman “donantes de esperma”. Ahora pensemos que necesita un hombre para tener un hijo suyo, lo primero que te viene a la cabeza es “vientre de alquiler”. ¿En serio? Los hombres donamos nuestro esperma para que una mujer pueda cumplir con su sueño de ser madre, y ellas alquilan su vientre para que un hombre pueda cumplir su sueño de ser padre. No donan su vientre, lo alquilan. Este lenguaje, desnaturaliza la acción de que un hombre pueda tener su propio hijo, sin tener que compartirlo con su madre, a la vez que le quita importancia a la compra de esperma. El hombre puede vender su esperma, pero la mujer no puede alquilar su vientre. Las feministas dicen que alquilar el vientre de una mujer no se puede catalogar como “técnica de reproducción humana asistida”. Las mujeres no son máquinas reproductoras que fabrican hijos en interés de los criadores. Es, por el contrario, un evidente ejemplo de “violencia obstétrica” extrema. Para mí se les va la olla, donde quedó aquello de mi cuerpo es mío y hago con él lo que quiero. Entiendo que estén preocupadas porque si la mujer sigue utilizando su cuerpo para obtener un beneficio económico nunca se preocupará de formarse, y trabajar como lo hacen los hombres, y verá en estas prácticas una salida a una mala situación económica. Pero sin embargo ven bien que a los hombres se les pague por su esperma, lo llaman donación pero en realidad es una venta, a la que acuden los más necesitados. El caso es conseguir que las mujeres tengan cubiertos sus derechos reproductivos, y que los hombres no los tengan. Una sencilla solución sería prohibir la venta de esperma, de óvulos, y el alquiler de vientres. Que todo se haga de forma altruista, así todos contentos.
La ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, dice:
Artículo 3. Principios y ámbito de aplicación.
1. “En el ejercicio de sus derechos de libertad, intimidad y autonomía personal, todas las personas tienen derecho a adoptar libremente decisiones que afectan a su vida sexual y reproductiva sin más límites que los derivados del respeto a los derechos de las demás personas y al orden público garantizado por la Constitución y las Leyes”.
2. Se reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida.
3. Nadie será discriminado en el acceso a las prestaciones y servicios previstos en esta Ley por motivos de origen racial o étnico, religión, convicción u opinión, sexo, discapacidad, orientación sexual, edad, estado civil, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
4. Los poderes públicos, de conformidad con sus respectivas competencias, llevarán a cabo las prestaciones y demás obligaciones que establece la presente Ley en garantía de la salud sexual y reproductiva. Artículo 4. Garantía de igualdad en el acceso. El Estado, en el ejercicio de sus competencias de Alta Inspección, velará por que se garantice la igualdad en el acceso a las prestaciones y servicios establecidos por el Sistema Nacional de Salud que inciden en el ámbito de aplicación de esta Ley. Por lo que con la ley en la mano no entiendo como los hombres no podemos tener derecho a reproducirnos, en las mismas condiciones que las mujeres. Por eso sería bueno que dejáramos de vender nuestro esperma hasta conseguir que el estado garantice nuestros derechos.